La razón es porque el enemigo esta furioso, sabe pronta su derrota con la Pasión de nuestro Señor y busca hacer un último movimiento que nos haga alejarnos de Cristo.
"Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar"
1Pe 5, 8
Dijo Sor Lucía, vidente de Fátima, en una larga carta enviada al Cardenal Carlo Caffarra (Arzobispo de Bolonia, Italia en aquel entonces) la advertencia sobre la batalla final entre el Señor y el reino de Satanás:
"La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y de la familia"
Es por ello que en estos tiempos de cuaresma debemos guardar con mayor celo la palabra de Dios, seguir sus mandamientos. Apegarnos a las herramientas que nos da la Santa Iglesia Católica (misa, confesión, comunión, oración, obras de misericordia); así como la participación activa de sus comunidades para mantenernos firmes y fortalecidos.
Satanás esta presente hoy y dicta tras las sombras palabras blasfemas que hace que las familias, en especial los matrimonios, duden de si mismos, de sus esposos y esposas. El que tiene poder sobre lo material logra meter ideas en las mentes alejadas de Dios para mantenerlas confundidas.
Cuánto más no se infiltra en los que aman a Dios y buscan agradarle. Ataca con mas fuerza a los matrimonios que están en el camino, pues son ellos los que quiere para sí.
Por ello, en estas semanas, busca la prudencia, fortalece tu paciencia y mas que nunca pon en practica el diálogo.
En estas dos semanas se incrementará la tentación de pelear, de discutir y separarse. No cedamos
Diario acércate a la palabra de Dios y recuerda que el amor vence el mal:
El amor es paciente, es servicial, no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal: no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo perdona. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.
1Cor 13, 4-7
En estas ultimas semanas que estamos por vivir, e iniciar Pascua, preparémonos para la batalla y no permitamos que nuestras diferencias nos separen. Mas bien, fortalezcámonos en el amor y vivamos con la gracia de Dios para celebrar el vencimiento del enemigo y regocijémonos en la victoria de Dios y sus promesas cumplidas en Cristo Jesús.
Gonzalo Sotelo
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